“Jenga”
Cristina Maya León
En esto consiste el juego: primero se colocan, apilados y ordenados, los bloques de madera; después se retiran, para, a continuación, volver a colocarlos.
Es la escenificación del eterno retorno, y, por paradójico que parezca, el tiempo se suspende. Éste es un sistema cerrado en el que las fuerzas, duración y transitoriedad se anulan entre sí. La rapidez no apremia. Sí la maña, la destreza con la que se sacan y meten las piezas. Es un constructo en el que todo tiene cabida.
La torre, compuesta por niveles, conforma un prisma compacto. Es tres veces más alta que ancha. Está realizada a base de unidades vecinales, objetos, deseos e imágenes, y tiene una plaza por la que circulan la falta y la abundancia. Hay dos mercedes y un bmv aparcados junto a utilitarios en sus calles; el tendido eléctrico entrelazado cuelga de las fachadas. Una casa sin matrícula y otra con una chimenea, la Comunidad de Propietarios con un suelo laminado, sus barras de labios, Yves Saint Laurent, Chanel, Dior, las gafas Ray Ban, el Smartphone, las tumbonas en parejas, la maquinilla de afeitar, esclavas chapadas en oro y bandejas de plata. Se pasa por una entrada angosta, una puerta se abre a una estancia: hace las veces de dormitorio, sala de estar, despacho y comedor. Hay un teléfono móvil rojo, otro verde y otros azules, blancos y negros. Una cancela, la hebilla de un cinturón, Armani, Blumarine, Dolce & Gabbana. Una radio que transmitiría las propagandas, las aspiraciones, las prescripciones, los ideales, los presupuestos. En las plataformas, mecheros y cerillas, sprays, cassettes, CDs y DVDs. Un pastillero con compartimentos para cada día de la semana, perfumes, baterías de litio, pilas. Consolas, mandos a distancia, tejados de uralita, planchas de gomaespuma, cámaras de fotos, zapatillas, Nike, Adidas, máscaras de pestañas, Lancôme, L’Oréal, Clinique, La Prairie. Una caja de buscapina, un costurero con hilos de colores.
Así se continúa, al borde de la catástrofe, acumulando y moviendo bloques hasta que se llega al punto de no retorno y la construcción colapsa.
Nicole Negrin es una artista multidisciplinar que trabaja como fotógrafa, directora creativa y estilista. Actualmente vive en Madrid, aunque ha residido en otros países.
A lo largo de su infancia ha estado muy influenciada por el mundo de la moda y el arte. Teniendo como referentes a diseñadores y pintores como Emilio Pucci, Hilma af Klint y Sonia Delaunay.
Actualmente su fotografía está enfocada en la experimentación y en el mundo de la moda. Creando imágenes en las que el color es un elemento fundamental y donde mezcla frecuentemente el collage, la edición digital y la manipulación física.